jueves, 28 de febrero de 2008

"Espera".

Jelou!


"Espera".


Si me quedo aquí, muy quieta, tirada sobre mi espalda en éste planeta inherte, ¿vendrías a ensamblarme el cielo? ¿me dejarías jugar con tus estrellas?.

Si espero aquí, y logro callar mi tiritante paciencia para no alterar tu silencio ¿pronunciarías mi nombre ésta noche? ¿me dejarías escuchar esa melodía?

Silenciaré mis propios latidos, ¡toda yo seré silencio! haré fluir mi pasión por tí de puntitas, discretamente. No habrá el sonido de un parpadeo.

Crearé una quietud sepulcral con mi cuerpo. Ahogaré mis pulmones en éste aire vacío, éste aire desposeído de tu aroma. Y en la boca la amarga ausencia de tu aliento.

Quieta, muy quieta. Con éste pedazo de muerte fingida atandome los brazos y las palabras.

Quieta, muy quieta. Pero con la la luz de la esperanza encendida en mi corazón... te espero.


AtL.

"Sonrisa dormida".


"Sonrisa dormida".

En la alta cumbre
de tus labios serios
dormida, serena,
en secreto: tu sonrisa.

Yo me quedo atenta,
maquino: "qué sueñas,
cuando tus ojos de dulzura
me atraviesan?".

Inmóvil te miro,
te miro y me digo
"es real, en mi mente
no es posible crear tal belleza".

De pronto sucede:
mis ojos te gritan
"¡amor, yo te amo!"
y ya se despierta tu blanca sonrisa.


AtL.

martes, 12 de febrero de 2008

"Silencio...quebranto".

"Silencio... quebranto".


Apago la luz de afuera; también apago ésta de adentro. Me voy apagando sola, incluso apago mi aliento. Fácil es olvidar mi nombre y olvidar dónde me encuentro. Todo se desvance, aclarando así éste dolor. Me dá el letargo en ésta sobredosis de luna. Las hebras de mi ser casi traslúcido son victimizadas otra vez por el sadismo del silencio.

Ya lloré. Ya lloré mucho, tanto que he quedado seca... al menos mientras dura la fantasía de éste instante. Me quemo en mi propio fuego, me consumo espontáneamente en el rigor de mi propia sangre.

Si ya no hay nada, ni miedo ( ni siquiera el ancestral miedo a la muerte) ¿por qué tiembla mi corazón? tiembla despavorido; no late, tiembla. Y yo, q apenas soy la sombra del silencio, no me resisto... no puedo, no quiero.

Queda en mi conciencia, en el más profundo de los pasillos de la indiferencia un único sonido lejano. Un sonido tan terrible que vence y aplaca mi cordura y me hace evidente la levedad de mi cuerpo y hace más grande el laberinto de mi mente. Y llega a mis oídos y se queda en mis huesos, una vez más: el llanto de una niña con el espíritu en franco quebranto... llora, llora desesperada.

Mi corazón tiembla... el quebranto es descomunal.El silencio se ensaña. La niña no para de llorar.



AtL.

Presencia

Jelou!


"Presencia".

Estás. En un golpe de mi sangre te haces presente. En éste instante en q te nombro con labios sellados... sellados por el roce de los tuyos que se han quedado trazados mientras yo exista.

Estás. En ésta moderada pausa que mis pulmones hacen como una reverencia, en la solemne espotaneidad de éste profundo suspiro... suspiro de tí, de tu beso ausente, y aguardo tu aliento.

Estás. En la cavidad de mis brazos que son molde perfecto para tu cuerpo que fundo ésta noche en añoranza... añoranza temeraria que presume en el ambiente tu aroma femenino.

Estás. En éste brillo que luzco en el rostro porque un día me miraste. Mírame de nuevo, quiéreme con tus ojos. Ámame otra vez, ámame, mujer.

viernes, 1 de febrero de 2008

"Los armarios..." 2a parte.

(Continuación...)

Pausa en mi mente... "Sí... y no".

Yo: "Sí madre, pero eso no es todo lo que ha provocado ésta situación. Yo también tengo mi parte en eso..."

Y así, sin más, me ví ante mi madre, abriendo una vez más, aquella puerta... desde adentro del armario. Viéndola a los ojos le dije sin pensar:

Yo: "Y es que hay algo de mí que tú no sabes... pero sé que sospechas..."

Mi madre con un gran signo de interrogación en la cara, abrió bien los ojos y dejó de mirar el techo de la recámara para mirarme a mí. No decía nada, sólo pasaba suavemente sus largos dedos sobre su frente... no parpadeaba. Me miraba.

Después de algunos segundos de eterno silencio, insistí:

Yo: "Sabes a qué me refiero...?"

Mi madre seguía sin pronunciar palabra... lento movimiento de dedos. Después de una eternidad de algunos segundos, respondió con la cabeza... afirmando tímidamente.

Yo: "Sí lo sabes?..."

Ella asintió de nuevo, asintiendo ésta vez con más seguridad.

Yo: " Lo sabes... a ver, qué es???"

Le dije... temblorosa y algo impaciente... ni un parpadeo. Mi corazón a mil, los poros del cuerpo entero abiertos. Mis sistema nervioso a punto del colapso. La garganta casi crujiendo... cerrándose... adolorida por el esfuerzo de seguir hablando yo sola.

Por fin entreabrió los labios con un movimiento apenas perceptible. Su mano dejó de moverse. Sin parpadear aún, volvió a mirar el techo con sus ojos claros, sumidos en ardua meditación y con el gesto tan serio, tan concentrado, casi inherte que cualquiera hubiera pensado al verla qu aquella era una expresión de miedo... pero no.

Seguían los segundos... 6... 7... no lo sé. Sentada en la orilla de la cama me incliné un poco hacia ella, esforzando cada partícula de mi ser para atender a aquellas palabras que brotarían de un momento a otro. De la mismísima voz de mi madre. Al fin:

Doña M: "Yo creo..."

Un segundo más... nueva pausa mortal. Regresaba el movimiento a los dedos sobre la frente, parecían buscar las palabras dentro de aqella cabeza despeinada, teñida aquí y allá de gris...

Me incliné un poco más... ¿qué saldría primero: ésta lágrima precoz o aquellas palabras esperadas toda una vida?... entonces:

Doña M: "...que..."

Mi cuerpo entero temblaba. Una torre de sentimientos se tambaleaba en mi pecho. Mis pulmones ya se habían olvidado de su función. Paralizada, sentí claramente que lo único q se movía, por voluntad propia, era mi boca, con una sonrisa invertida (al revés, pues), desahuciando todo placer, arrugando mis anhelos y mi corazón de niña, ante tanto dolor repentino...

Doña M: "que... que a tí te gustan las mujeres..."

Cada vello de mi cuerpo erizado al máximo. la garganta hermética que no permitía paso ni a saliba ni a aire; percibí aquellas palabras pronunciadas con seguridad, pero con voz suave, como un secreto ya sabido...

Haciendo escarnio de mi garganta, alcancé a juntar fuerza para contestar inmediata y lacónicamente:

Yo: "Es correcto..."

Mi madre recibió la confirmación en sus oídos y en sus ojos... luego volvió la mirada al techo y prosiguió:

Doña M: "Pero yo creo q eso es producto de tu resentimiento hacia los hombres que por lógica, tu alejamiento de ellos trajo como consecuencia tu acercamiento hacia las mujeres..."

Interrumpí aquel desmesurado discurso con total vehemencia:

Yo: "Déjate de teorías, má! siempre he sido así. Lo supe desde muy niña...desde los 7 años... déjate de teorías. Toda la vida he sido así... y mira que me ha costado trabajo aceptarme!

Y la presa abrió sus compuertas... y el llanto fué incontenible. Al verme quebrantada, mi madre se incorporó y me dijo dulcemente:

Doña M: "Mi amor..!"

Me abrazó y acarició y yo no pude evitar hacerme pequeña otra vez en su regazo y llorar. Llorar, darme ese permiso que siempre me negué de que mi propia madre me viera tan vulnerable, a mí, a la "mayor"... la "inteligente"... la "valiente"... Darme el permiso, el derecho! de derribar aquel mito de la niña fuerte y dejar por fin asomar mi fragilidad honestamente.

Sus manos me acariciaban la espalda y sus labios me besaban la cabeza.

Y así, sin cerrar ese llanto añejo, le dije:

Yo: "No sabes... no sabes todo lo que me ha dolido al imaginar todos estos años éste momento. No sabes lo que he pasado por guardar éste secreto... lo mal que me he sentido al no poder decírtelo. Lo imaginé tantas veces... éste momento... éste abrazo...!"

Doña M: "Mi amor... yo te quiero. No importa nada más. Tú eres mi niña y te quiero así como eres...

-Permítanme (y permítanse) una pausa para soltar éstas lágrimas de nuevo... -

***********************************************************************************

Y bueno... aquel llanto también concluyó. No fué tan largo, pero sí muy sentido. La actitud de mi madre no me permitió llorar demasiado. Aquella leve sonrisa y esos ojos llenos de amor que no fabricaron ni una lágrima. Así como comenzó aquella humedad salina, así teminó con cálido beso en la frente.

Doña M: "No te preocupes mi niña; no es tan grave. Yo te quiero mucho y vas a estar bien."

Yo: "Yo también te quiero mucho".

Qué alivio tan grande experimentó mi espíritu!!!: ya no había miedo ni vergüenza. El dolor se convirtió en un recuerdo... silencio y calma.

El resto del día se sintió como un día de fiesta. Por fin se rompieron akellas dolorosas cadenas de culpa.

Sobra decir que ese acontecimiento ha resultado tremendamente impactante en mi vida, vida!!! por fin!!! Con semejante apoyo, ¿cómo preocuparse de lo que piensen los demás acerca de mis preferencias sexuales? imposibleee!!!

Mes siento confiada, tranquila... lista para mi renovada vida. Lista para ser yo, por primera vez. Mi fuerza reside en gran parte en haber sido aceptada y saberme amada incondicionalmente por las personas que son realmente importantes en mi vida... y yo soy para ellos igual de importante.

Los armarios son para guardar ropa... tengo 31 años y medio... y no hay plazo q no se cumpla.

Saludos a todas...



AtL

Los armarios son para guadar ropa: no hay plazo q no se cumpla".

He aquí relato breve de un importante suceso en mi vida: hacerme visible.... o salir del armario, como lo prefieran.

Fué mi hermano mayor el primero de mi familia en saber mi preferencia sexual. No recuerdo bien la fecha exacta, pero fué durante las pasadas vacaciones de semana santa en que tuve a bien recibirlo a él y a su gentil familia en casa. En Orizaba, claro.

Habíamos empezado nuestro encuentro esa misma tarde al son de algunas cervezas. Yo me encontraba notablemente compungida... la dama que entonces yo tenía el placer de proclamar como mi pareja acababa de vivir la imaginablemente terrible experiencia de perder a su madre. Y yo, a la distancia, atada de manos y pies, sin poder estar a su lado. Aquella desolada impotencia en el corazón fué útil como impulsor de mi salidita del armario con mi querido hermano. Así pues, ya bastante entonada de copas y habiendo terminado con el "parque", mi hermano propuso ir a casa de un cuñado suyo que vive justamente en la misma unidad habitacional para ver si había "disponibilidad" para seguir la parranda. Yo, como el buen Joaquín: "nunca le hago gestos a la última copa, ni al próximo bar".

En algún punto de camino a casa de aquel pisteador amigo, mi hermano me dijo:

L: "Ya suéltalo, pinche gorda... qué te pasa? te veo mal... qué tienes???

Yo sólo lo miraba, con la boca abierta, con las palabras atoradas, desordenadas, que a punto estaban de desbordarse.

L: " Qué pedo??? qué tienes?? ... mira, si es por algo que yo haya dicho o hecho, no hay pedo, me voy a la casa de mi cuñada. Neta que no hay pedo, si te molesta que estemos en tu casa dime. Qué dije?? dime qué pedo...

Yo: - Sonriendo sorprendida- " Claro que noooo!!! Eso crées??? no manches carnalito, de cuando acá??? para nada...para nada... "

L:" Sí we... yo entiendo si ya estamos de más no hay pedo... pero dime qué pasa we!"

Yo: "No, no, no, no... neta que no. Mira, sí traigo un problema bien atorado, pero nada que ver con lo q me dices. Donde yo esté, mi casa es tu casa y eso no se cuestiona. Nunca vuelvas a pensar eso. Te quiero un chingo y me da mucho gusto estar contigo. Olvídate de eso. Me sorprendes, neta, con tremendo absurdo. Olvídate..."

L: "Ok carnala... ok. Entonces dime qué pedo??? Qué te tiene así??? Puedes decirme lo que sea..."

Yo, mirándolo cada vez con más gravedad... con las sílabas de aquellas palabras enmerañadas en mi cerebro, no pude decir nada.

L:" Pinche gordita... sabes que yo te quiero mucho. Te veo mal..."

Entonces, se me hizo un nudo en la garganta que si trataba de deshacer, seguramente sería abrir el grifo... así que me concreté a callar y seguir manejando.

Llegando a casa de su cuñado, nos percatamos de la rebambaramba que estaba sucediendo: música ruidosa, cerveza, gente... así que no tardamos en ponernos cómodos y decir una vez más: "salú!".

Pero como ya era más de media noche y el cuerpo resiste un poco menos que el alma, empecé a llorar (q raro!)... y mi hermanito me abrazó y me dijo suavemente:

L: "ya suéltalo, pinche gordita... sea lo que sea... dime qué tienes..."

Yo, al sentir su ternura consoladora, hice lo que me pasa siempre q estoy mal y me abrazan: llorar y llorar hasta terminar! Aunqu, parecía no terminar... lloré desesperada... lloré como no había llorado en mucho tiempo.

Y ahí, aferrada a mi pariente cercano, después de derramarme en su pecho y tratando con mucho esfuerzo de hablar.... por fin, simplemente lo decidí en un segundo... empecé:

Yo: " Te acuerdas....? te acuerdas que cuando tenía como 15 años tú me pregutaste, muy rudamente por cierto, que por qué no tenía novio... que si era lesbiana o qué...?"

Él puso cara de confusión... y luego sonriendo muy levemente dijo:

L:"En serio??? no... no me acuerdo..."

Yo:" Pues sip... y qué crées? seguramente que no es nada nuevo para tí... yo creo que tú ya lo habías sospechado antes..."

L:" qué?"

Yo: " Sí, eso... carajo! sí sabes..."

L:"No we... qué pedo???"

Yo: " Sí... pues eso que me preguntaste aquella ocasión..."

Silencio... silencio agobiador...

Yo: " Pues sí... sí soy..."

Más silencio...

Yo: " Que sí carajo! que soy lesbiana!"

L:" aaaaaay...! pinche gordaaaa...! Y eso era todo??? no maaaaanches... ya me habías espantado!!!"

Yo: "Cómo que todo??? no manches tú... el trabajo y el tiempo que me ha llevado decirlo!!!"

L: " Ay, cabrona! eso no es tan grave... no mames! ... eso no importa...

Y dicho eso y sin soltar ni un poco aquel abrazo, me dió un beso en la frente.

Entonces, qué créen q pasó??? Sí... volví a llorar y con más fuerza!!!

Desde esa noche, debo decir, qu tuve la dicha de recuperar aquella amistad y confianza que nos teníamos él y yo cuando éramos niños... ah sido una gran satisfacción que se ha traducido en fortaleza el saber que vivo incondicionalmente en el corazón de mi hermano. TE QUIERO MUCHO CHANGOLEON... GRACIAS!!!

La vida cambió... pude aceptarme como soy y decírselo a alguien importante en mi vida. Tener como verdadero su amor no ha sido todo. Sentir que ese amor se ha refrescado, renovado y hasta aumentado con sólo decirle quién soy. Me siento segura, amada, confiada... me siento bien!

Así que no les extrañará que empiece nombrándolo a él nuevamente, para empezar a hurgar el suceso en que salí y dije mi verdad a la mera mera de la casa M. F.

Resulta que regresaba de la hermosa y contaminada Cd. de México. Sip, la pasamos bien mi hermanito y yop. El primer día, clásico reconocimiento, unas kguamas y un Torres 20... Ah, como me gusta el brandy! Ya los vecinos estaban a punto de bajar el switch... quesque a ver si así dejábamos de cantar y los dejábamos dormir!!!... pero la pachanga no lo es todo.

Concluían las vacaciones de verano. El padre de mi hija armó un soberano "borlote" porque según él, la quería ver y no estaba a su alcance por culpa de mis "arrebatados viajes".

Así qu al no quedarme callada y responder que estaba en mi derecho de llevar a mi hija a cualquier lugar que no cuestionara su integridad, el susodicho señor terminó diciendome cosas no muy amables.

Y yo, sin soltar el teléfono, esbocé una sonrisa igual de sarcástica que el comentario q me hice a mi misma: "uuy...voy a llorar!"... seguido de un inevitable insulto que no solté, pero sí pensé: "imbécil!"

Me concreté pues, a mandarle un sms a mi madre para avisarle que "echara paja", porque regresaba de México pero no a casa de él... que me diera asilo. No estaba sorprendida... yo diría que ya lo esperaba así.

Apenas llegamos mi hija y yo a casa de mi madre. Mi hija se puso a jugar con su pequeña prima y yo me quedé a solas en la recámara de mi madre. Ella estaba recostada y yo sentada a su lado. Entonces mi madre, naturalmente, enojada, empezó a proferir algunas palabras notablemente enojada, aludiendo a la figura de mi exesposo, poniendo en entredicho su moralidad y falta de valores.

Yo, cansada de que me repitiera todo lo que yo misma sabía mejor q ella, le interrumpí... no sé por qué, pero en ese momento, otra vez salió a flote mi ahora amada lenchez, palpitando en mi cerebro como una sola idea que lo abarcaba todo... y sucedió:

Yo: "Basta, madre!... tú bien sabes que todo este asunto del divorcio ha sido idea mía y que no se me ocurrió de la noche a la mañana. Que ha sido causado por muchas razones, desde hace ya mucho tiempo...

Doña M: "Sí... pero él fué el infiel... no tú".

Pausa en mi mente: "sí... y no".



Continuará...