miércoles, 12 de agosto de 2009

"A mis hermanos"

Jelou!

Otoño de 1985. Empezó tu vida y tu historia.

Recuerdo que eras un niñito lindo y muy obediente. No tengo en mi memoria dato alguno de asomo de rebeldía o irreverencia. A lo mucho, tengo presente una travesura blanca: a los 5 o 6 años saliste a “cantar la rama” en Diciembre, como es costumbre en ntra. Pequeña Cd., y, en una de las casas, les dieron a ti y a tu mejor amigo, Fidel, no unas monedas ni un dulcecito sino un aguinaldo completo. Sólo uno. Así que en sus pequeñas pero fértiles mentes, maquinaron la idea de cambiar de sweaters y de gorros para volver a cantar en la misma casa para que les dieran, de nuevo, aquel preciado paquete de dulces.



Y así, tengo un puñado más de recuerdos. Igual que tus otros hermanos, seguramente.


Soy 9 años mayor que tú; y aunque tú no lo recuerdes, llegamos a ser muy unidos, pues yo me afanaba en tu aseo y resguardaba tu cepillado de dientes 3 veces al día y me encargaba de que toda tu ropita estuviera siempre limpia y planchada. Creo que a veces ntros. otros hermanos se sentían algo celosos de eso. Pero el servicio era exclusivo de mi hermanito menor: Tú.


Llegaste a la pubertad y sucedió la tragedia: tu principal cualidad empezó a abandonarte. No tuviste opción cuando tu mente se esfumó...


Yo, estúpidamente, creí que todo era una treta tuya para llamar la atención. Me enojé tanto, que desconecté tu existencia de la mía… no creí que a ti, mi pequeño, te sucediera algo tan cruel.
Hoy, y sólo hoy reconozco en mí ese enojo. La ira que he sentido no era hacia ti. Era el sentimiento de pérdida que no supe afrontar. Tu mente no aguantó los embates de la vida y te llevó hacia otro lado, en un viaje llamado “esquizofrenia”… y yo no comprendí tu partida. Hoy, justamente en este momento, llegué a la comprensión de tal evento. Hoy, después de 10 largos años, comprendo, siento y guardo cierto “luto”… pues ya no estás pequeño. Soñé tantas veces con rescatarte de la “corrupción familiar” y llevarte conmigo… pero ahora no sé dónde estás… y te extraño mucho hermanito. Y lamento tanto que mi ira me alejara cada día más de ti. Pero has de saber que te quiero, igual que siempre pequeñito. Te quiero. Y lamento cada día tu infortunio.


Y a mi hermanita menor, quiero decirle… “manguita” que mala onda que nos hallamos distanciado… por tu religión, que respeto, por aquellas ideas a las que no podemos renunciar.


Y a mi hermano mayor: manito, sentí tanto la clausura de nuestra eterna complicidad con el comienzo de tu adolescencia… pero celebro nuestra “reconvención” desde que salí del clóset… te quiero cabrón hijo de nuestra madre.


A mi madre, el amor primero de mi existencia, mi gratitud y mi amor por siempre. Eterna compañera de batalla y guardiana de mi hermano menor.


A mi padre… te dejo ésta nota (aunque te ofendas por que te hable en 2ª persona): agradezco que hayas sido un fiel proveedor en la infancia. Lo que has venido haciendo después, no tengo palabras para referirlo. Eres un ojete. Has contaminado las vidas de mis hermanos con tu presencia… por eso me vacuné desde hace muchos años contra tu malévola presencia… he soñado que te digo la neta y que te pongo unas patadas. Deja de molestar a mi mamá; puedes hacer mucho bien en tu vida si cambias un poquito y haces a un lado al arcaico dentro de ti. Y de paso, hazte responsable de tus actos. Si dejaras de juzgarnos un poco a los que procreaste, te aseguro que yo haría lo mismo. Hasta pasaría por alto tu deslealtad y egoísmo. En todo caso, te mereces que te mande a chingar a tu madre. Con un cuarto de conciencia, sabes que te lo mereces. Y si no te cae el “20” y sigues chingando, pues debo decir que conviene más tu defunción. No llegaré a tu funeral.


A mis tres hermanos: Los amo con todo mi ser… y extraño mucho ser niña, porque entonces, ustedes eran mi pan diario. Los amo profundamente.


AtL.